Esas mañanas frías que dejan en la boca
un sabor a ceniza y a palabra incompleta
tienen en otro tiempo
su raíz y su ensalmo.
Recuerdo, en este día
de entoldado horizonte y viento oeste,
desde la casa de campo que el padre nos dejara,
mañanas parecidas: con aquellas maderas
que olían a resina y a campo todavía,
él construía hermosos utensilios
para el uso diario.
Cuando se fue al lugar
del viento que no vuelve, quedaron, cual vestigios
de sus mañanas de artesano, mañanas apacibles
con sabor a ceniza y a palabra incompleta.
De La densidad de los espejos